Hay unas reglas a seguir por cualquier samurai interesado (formalmente, por supuesto) en una samurai-ko. Estas son las reglas que vosotros, como varones de la casta samurai, debéis seguir. Estas reglas y procesos se siguen aún cuando el matrimonio ha sido concertado de antemano, pues sirve a los novios para conocerse mejor, poco a poco y con seguridad.
No podéis presentaros vosotros mismos a la muchacha, necesitaréis que
alguien lo haga en vuestro lugar, preferiblemente alguien de mayor
estatus y que hable de vuestras virtudes, para que llaméis la atención,
pero otra persona con vuestra misma posición es válida, e incluso en
ocasiones excepcionales un criado puede hacerlo. Mientras más poderoso e
influyente sea quien habla por vosotros, mayor será la estima en que os
tenga la familia de vuestra prometida, pues indica que no sois un
samurái cualquiera, sino el vasallo preferido o de confianza de alguien
importante o con cierta categoría social.
Existen damas
samurái que se dedican a esto profesionalmente en el Imperio, y son
denominadas nakado (casamenteras). El clan de la Grulla es famoso por
tener las mejores, pero cada clan tiene las suyas. Estas mujeres (y
hombres, aunque menos) buscarán candidatas que se ajusten a vuestra
posición social, pero si tenéis a alguien en mente decídselo. Por
ejemplo, Ide Kotetsu, Embajadora del Unicornio ante el Emperador es una de ellas, siendo Otomo Hoketuhime otra, ambas de las más valoradas en el Imperio.
Haced regalos para cortejar. Una vez que alguien haya hablado de
vosotros a la muchacha o sus tutores, podéis destacar mediante regalos
que muestren vuestro interés por ella y que muestren que no sois
pobretones que no podrá mantener a la familia que trata de formar. Mucho
mejor si se lo da la persona que habla por vosotros, aunque puede
hacerlo un criado. JAMÁS lo deis en persona ni visitéis el hogar, ni
esperéis que os devuelvan el favor con otro. El regalo es simplemente
algo que hay que hacer, y por educación se acepta, aunque no implica
interés alguno por parte de la chica. Normalmente no se rechazan. Tampoco se devuelven, si el compromiso no llega a buen término.
Regalos no significa dinero. Recordad que sois samuráis, no comerciantes. Un presente puede ser prometer dedicar una victoria en una batalla determinada, escribir hermosos poemas alabando los talentos de la chica y hacer que se vuelvan famosos por toda la ciudad, o resolver un problema que tiene su familia. Por supuesto, también valen las típicas compras de objetos caros, como caballos de guerra Unicornio, kimonos de la seda de mayor calidad, etcétera. Sed imaginativos.
Si tenéis éxito, tendréis vuestra primera cita formal (miai) con la chica en cuestión. Llevad un pequeño obsequio (las samurai-ko no, solo los varones). El encuentro se realiza normalmente en un lugar neutral preparado para la ocasión, y en él estarán presentes la casamentera y los guardianes o padrinos de ambos. Se os harán preguntas para saber más de vosotros (aunque ya se habrán informado bien antes) y conoceros un poco mejor. Tras este interrogatorio en el que vuestro objetivo es venderos lo mejor posible e impresionar a la otra parte, os dejarán unos minutos a solas con la chica antes de acabar con el evento.
Ahora os toca volver a esperar otra vez. Si todo va bien, vuestra casamentera os comunicará que hay una segunda cita. Normalmente será una reunión con vuestros suegros para negociar la dote de la muchacha (la dote es el patrimonio que la chica aporta al matrimonio, normalmente formado por el ajuar de la hija y los regalos hechos por el futuro marido, pero es propiedad de la mujer, de forma que si se diera un divorcio la dote se la lleva con ella). A partir de ahora ascendéis de categoría y pasáis de ser candidatos a prometidos de la muchacha. Esto conlleva privilegios y obligaciones: privilegios en el sentido de que podéis visitar a la muchacha sin estar acompañados, dar paseos en público con ella o en privado con guardián; obligaciones en que tendréis que hacerle más presentes, defender su honor y su vida, y reunir la parte de la dote que os corresponde para poder casaros con ella.
Regalos no significa dinero. Recordad que sois samuráis, no comerciantes. Un presente puede ser prometer dedicar una victoria en una batalla determinada, escribir hermosos poemas alabando los talentos de la chica y hacer que se vuelvan famosos por toda la ciudad, o resolver un problema que tiene su familia. Por supuesto, también valen las típicas compras de objetos caros, como caballos de guerra Unicornio, kimonos de la seda de mayor calidad, etcétera. Sed imaginativos.
Si tenéis éxito, tendréis vuestra primera cita formal (miai) con la chica en cuestión. Llevad un pequeño obsequio (las samurai-ko no, solo los varones). El encuentro se realiza normalmente en un lugar neutral preparado para la ocasión, y en él estarán presentes la casamentera y los guardianes o padrinos de ambos. Se os harán preguntas para saber más de vosotros (aunque ya se habrán informado bien antes) y conoceros un poco mejor. Tras este interrogatorio en el que vuestro objetivo es venderos lo mejor posible e impresionar a la otra parte, os dejarán unos minutos a solas con la chica antes de acabar con el evento.
Ahora os toca volver a esperar otra vez. Si todo va bien, vuestra casamentera os comunicará que hay una segunda cita. Normalmente será una reunión con vuestros suegros para negociar la dote de la muchacha (la dote es el patrimonio que la chica aporta al matrimonio, normalmente formado por el ajuar de la hija y los regalos hechos por el futuro marido, pero es propiedad de la mujer, de forma que si se diera un divorcio la dote se la lleva con ella). A partir de ahora ascendéis de categoría y pasáis de ser candidatos a prometidos de la muchacha. Esto conlleva privilegios y obligaciones: privilegios en el sentido de que podéis visitar a la muchacha sin estar acompañados, dar paseos en público con ella o en privado con guardián; obligaciones en que tendréis que hacerle más presentes, defender su honor y su vida, y reunir la parte de la dote que os corresponde para poder casaros con ella.
Y luego queda la espera para la ceremonia de la boda, con todos sus preparativos.
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