Aunque el concepto de amor es a menudo trágico en la literatura occidental, también es edificante.
No es así en Rokugan.
El amor apasionado no tiene cabida en el corazón de un samurai: sólo hay lugar para una devoción completa e incuestionable al propio daimyo. Cualquier otra emoción entra en conflicto con la propia devoción, enturbiando la lealtad. El amor apasionado es a menudo mal visto en los círculos samurai; es una emoción para la "gente baja", como los cortesanos y las geisha. Sólo en muy raras ocasiones una historia de amor acaba bien para un guerrero. Aunque esto sea lo normal y aceptado en Rokugan, los amantes que logran sobreponerse a las dificultades suelen ser vistos como heroicos y honorables. Los que no lo consiguen suelen terminar trágicamente, y a veces se les vilipendia.
Los matrimonios son concertados por los padres de los prometidos, y sólo ocasionalmente ambos sufren las agonías del romance. A menudo se utiliza un mediador para concertar el matrimonio, normalmente un miembro del Clan de la Grulla, que siempre está al corriente de los nacimientos de las familias reales de Rokugan. Los dos contrayentes suelen ser presentados algún tiempo después de su ceremonia de gempukku.
El día del matrimonio la novia viste de blanco, el color que simboliza la muerte, para mostrar que ahora ha muerto para su familia. Durante la ceremonia dejará caer esta vestidura blanca para mostrar otra roja, simbolizando su renacimiento. Tras la ceremonia hay pocas oportunidades para que florezca el romance. La novia es llevada aparte por la suegra para que aprenda todo lo que necesitará para ser una buena esposa, mientras el marido marcha en peregrinación hacia algún lugar sagrado para "celebrarlo". La celebración suele implicar que el samurai medite sobre esta nueva fase de su existencia, y sobre los cambios que necesitará hacer en su nueva forma de vida. Uno de los propósitos más sencillos de la Corte de Invierno es reunir a la gente para crear alianzas y cimentar tratos para el año entrante.
No es así en Rokugan.
El amor apasionado no tiene cabida en el corazón de un samurai: sólo hay lugar para una devoción completa e incuestionable al propio daimyo. Cualquier otra emoción entra en conflicto con la propia devoción, enturbiando la lealtad. El amor apasionado es a menudo mal visto en los círculos samurai; es una emoción para la "gente baja", como los cortesanos y las geisha. Sólo en muy raras ocasiones una historia de amor acaba bien para un guerrero. Aunque esto sea lo normal y aceptado en Rokugan, los amantes que logran sobreponerse a las dificultades suelen ser vistos como heroicos y honorables. Los que no lo consiguen suelen terminar trágicamente, y a veces se les vilipendia.
Los matrimonios son concertados por los padres de los prometidos, y sólo ocasionalmente ambos sufren las agonías del romance. A menudo se utiliza un mediador para concertar el matrimonio, normalmente un miembro del Clan de la Grulla, que siempre está al corriente de los nacimientos de las familias reales de Rokugan. Los dos contrayentes suelen ser presentados algún tiempo después de su ceremonia de gempukku.
El día del matrimonio la novia viste de blanco, el color que simboliza la muerte, para mostrar que ahora ha muerto para su familia. Durante la ceremonia dejará caer esta vestidura blanca para mostrar otra roja, simbolizando su renacimiento. Tras la ceremonia hay pocas oportunidades para que florezca el romance. La novia es llevada aparte por la suegra para que aprenda todo lo que necesitará para ser una buena esposa, mientras el marido marcha en peregrinación hacia algún lugar sagrado para "celebrarlo". La celebración suele implicar que el samurai medite sobre esta nueva fase de su existencia, y sobre los cambios que necesitará hacer en su nueva forma de vida. Uno de los propósitos más sencillos de la Corte de Invierno es reunir a la gente para crear alianzas y cimentar tratos para el año entrante.
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