Akodo Gica |
La noche había sido apacible. El amanecer aún no había borrado las últimas estrellas, y el aire tenía la consistencia fresca y cortante de un vaso de leche helada. Las ramas de los árboles cubiertas de hojas cada vez más rojizas parecían apacibles espectros tendiendo sus extremidades grisaceas al cielo que se iba aclarando lentamente, con la promesa de que Amateratsu iluminaría el mundo una vez más desde el esplendor rutilante de su belleza.
Kitsuki Kenishiro observaba perezosamente cómo la luz blanquecina iba extendiendose horizontalmente, como capas de pintura sobre un kimono. La taza de té entre sus dedos estaba excesivamente caliente, pero a él no le importaba en exceso. El vapor del líquido hirviente daba una adecuada aura de misterio a su interlocutora, cuya faz ovalada parecía más agraciada entre aquella pequeña niebla doméstica y la luz vacilante del nuevo día. Sus ojos parecían más negros en la penumbra, más llenos de secretos, más ilegibles. Dada la juventud de la muchacha, al hombre le resultaba intrigante. Siempre había encontrado fascinante resolver enigmas que a otros les dejaban desconcertados.
-Debo reconocer que vuestra visita ha sido de lo más inesperada. No recordaba que hubiésemos hablado con anterioridad -dijo con voz sobria.
-Y no lo hemos hecho -Nanako depositó su propia taza ante ella, prefiriendo esperar a que se enfriara-. Pero vos pertenecéis al grupo de amigos de Mirumoto Sai-sama, y éste es el protector de Kitsune Hikaru-san.
-Ah -Kenishiro no entendió muy bien qué relación tenía todo aquello con él mismo, pero arqueó una ceja y esperó la explicación correspondiente.
-He oído rumores sobre Mirumoto Sai-sama. Es un hombre respetable, serio y honorable pese a su juventud, pero al parecer no ha prestado mucha atención a Kitsune-san. Supongo que sus deberes le habrán tenido atareado, y como hasta ahora ella no ha tenido motivo alguno de reproche...
-A Mirumoto Sai le interesa más perseguir bellezas que protegerlas -declaró el Dragón, precisando aquel punto con tono neutro. Aunque Sai siempre había sido ciertamente honorable, su actitud distante enmascaraba un interés casi desmesurado por el sexo opuesto.
-Sea por el motivo que sea, no han tenido siquiera una entrevista.
-Seguramente porque él estaba muy ocupado intentando verles la muñeca a las Candidatas León, Escorpión y Grulla -movió los dedos acariciando las irregularidades de la cerámica-. Aunque no creo que le disguste tampoco la Candidata Fénix. De hecho, creo que hay pocas mujeres que puedan disgustarle.
-No me interesan las actividades de Mirumoto Sai-sama -las mejillas de la Komori se colorearon ligeramente, pero no perdió la compostura-. Pero es el protector de Kitsune-san, y creo que alguien debería hacer algo antes de que... -suspiró-. Antes de que alguien exprese un interés impropio por ella. Al parecer mi amiga ha atraído la mirada de un joven Akodo. Ayer nos cruzamos con él en el baño, y él se la quedó mirando con poca discreción. No hizo nada, pero...
-Ahá -la mente del Kitsuki empezó a ligar cabos intuitivamente-. ¿No se tratará del joven que causó un alboroto ayer a la hora de la cena?
-Hai... el mismo -Nanako asintió y le dió un sorbo tentativo al té. Debía seguir estando muy caliente, porque lo depositó de nuevo ante ella. Tenía unas manos muy blancas, de esbeltos y largos dedos que se movían con expresiva gracia. Las uñas estaban muy cortas, evitando la moda de algunas cortesanas de pintárselas con vivos esmaltes-. El caso es que después de haber estado juntas en el baño, Kitsune-san se quedó sola brevemente allí con otra muchacha. Luego vino a buscarme, y por un breve lapso no tuvo ni acompañante ni criada... y cuando nos reunimos de nuevo venía con el pelo revuelto. Siempre es muy cuidadosa con su cabello.
-Y pensáis que quien se la quedó mirando podría ser el mismo que le alborotó la melena.
Nanako suspiró de nuevo.
-No han hecho nada impropio, estoy segura. Conozco a mi amiga. Pero hasta ahora los hombres habían expresado escaso interés por ella, debido a su físico poco común. Y justo el día que un bushi le presta tención, ella se queda sola, y llega sofocada y nerviosa...
-Parecería la teoría más sencilla, sí -asintió el Kitsuki-. Y a menudo la explicación más simple es la correcta -la mirada del Dragón se recreó en aquel rostro juvenil e inteligente, embebido en sus pensamientos. Le agradaba su forma de discurrir, y el que sus ojos parecieran absorber la luz hasta convertirla en dos destellos negros.
-En todo caso, hasta que el Emperador elija esposa, ninguna Candidata está libre de su deber hacia él. Y Akodo-san, que por lo que he oído siempre ha sido contenido y austero, parece...
-¿Un dique roto en plena inundación? -finalizó él. Las mejillas de la muchacha volvieron a sonrosarse levemente.
-Querría saber si podéis ayudarme. El que esté encerrado para meditar juega en su favor, ya que es muy dudoso que el Emperador vaya a fijarse en Kitsune-san... pero hasta que no declare sus intereses, sería una traición por parte de ambos el intimar indebidamente. Bastaría con que hubiese una sospecha de que se interesa en exceso por la propiedad del Emperador... eso podría ocasionar una investigación, y no mancillaría su honor ya que se trataría sólo de un rumor que se investiga, sin hechos para apoyarlo. Pero serviría para mantenerle encerrado, y alejado de Kitsune-san. Ella es sólo una muchacha, y es impresionable como cualquier otra al hecho de causar tanta admiración... -dijo, como si ella misma no fuese apenas una niña. No lo parecía, sin embargo: inteligente, reposada, controlada sin resultar distante... podía ser inexperta, pero nadie dudaría que era toda una mujer.
-Hai, y Akodo-san es demasiado joven, y al parecer tenía una vena ardiente que él mismo ignoraba tener. He visto casos parecidos... es peor cuanto menos se muestra -pensó en Mirumoto Sai, que ocultaba su lujuria bajo aires de dignidad hasta extremos casi absurdos. Ella sonrió ligeramente.
-No sabría deciros, Kitsuki-sama. No tengo experiencia en terrenos románticos.
-Oh, yo soy viudo y he tenido numerosas amistades con embrollos en esos temas, pero os aseguro que siempre queda espacio para aprender. Por ejemplo -fijó sus ojos muy verdes en los de ella-, me encantaría descubrir si es cierto que los murciélagos se orientan bien en la oscuridad.
Esta vez los colores de ella fueron más que evidentes.
-¿Puedo contar con vuestra ayuda en este tema, entonces? -preguntó con voz ligeramente ronca la joven. Kenishiro se congratuló por ello: al parecer, a la muchacha no le resultaba totalmente repugnante si podía alterarla simplemente con aquellas palabras.
-Desde luego. Hablaré con Otomo Hoketuhime-sama. Estoy seguro de que querrá evitar futuros disturbios...
-Arigatô -Nanako se inclinó profundamente. Lamentablemente, su cabello suelto no mostró la nuca como lo habría hecho un recogido más formal.
-Debo reconocer que vuestra visita ha sido de lo más inesperada. No recordaba que hubiésemos hablado con anterioridad -dijo con voz sobria.
-Y no lo hemos hecho -Nanako depositó su propia taza ante ella, prefiriendo esperar a que se enfriara-. Pero vos pertenecéis al grupo de amigos de Mirumoto Sai-sama, y éste es el protector de Kitsune Hikaru-san.
-Ah -Kenishiro no entendió muy bien qué relación tenía todo aquello con él mismo, pero arqueó una ceja y esperó la explicación correspondiente.
-He oído rumores sobre Mirumoto Sai-sama. Es un hombre respetable, serio y honorable pese a su juventud, pero al parecer no ha prestado mucha atención a Kitsune-san. Supongo que sus deberes le habrán tenido atareado, y como hasta ahora ella no ha tenido motivo alguno de reproche...
-A Mirumoto Sai le interesa más perseguir bellezas que protegerlas -declaró el Dragón, precisando aquel punto con tono neutro. Aunque Sai siempre había sido ciertamente honorable, su actitud distante enmascaraba un interés casi desmesurado por el sexo opuesto.
-Sea por el motivo que sea, no han tenido siquiera una entrevista.
-Seguramente porque él estaba muy ocupado intentando verles la muñeca a las Candidatas León, Escorpión y Grulla -movió los dedos acariciando las irregularidades de la cerámica-. Aunque no creo que le disguste tampoco la Candidata Fénix. De hecho, creo que hay pocas mujeres que puedan disgustarle.
-No me interesan las actividades de Mirumoto Sai-sama -las mejillas de la Komori se colorearon ligeramente, pero no perdió la compostura-. Pero es el protector de Kitsune-san, y creo que alguien debería hacer algo antes de que... -suspiró-. Antes de que alguien exprese un interés impropio por ella. Al parecer mi amiga ha atraído la mirada de un joven Akodo. Ayer nos cruzamos con él en el baño, y él se la quedó mirando con poca discreción. No hizo nada, pero...
-Ahá -la mente del Kitsuki empezó a ligar cabos intuitivamente-. ¿No se tratará del joven que causó un alboroto ayer a la hora de la cena?
-Hai... el mismo -Nanako asintió y le dió un sorbo tentativo al té. Debía seguir estando muy caliente, porque lo depositó de nuevo ante ella. Tenía unas manos muy blancas, de esbeltos y largos dedos que se movían con expresiva gracia. Las uñas estaban muy cortas, evitando la moda de algunas cortesanas de pintárselas con vivos esmaltes-. El caso es que después de haber estado juntas en el baño, Kitsune-san se quedó sola brevemente allí con otra muchacha. Luego vino a buscarme, y por un breve lapso no tuvo ni acompañante ni criada... y cuando nos reunimos de nuevo venía con el pelo revuelto. Siempre es muy cuidadosa con su cabello.
-Y pensáis que quien se la quedó mirando podría ser el mismo que le alborotó la melena.
Nanako suspiró de nuevo.
-No han hecho nada impropio, estoy segura. Conozco a mi amiga. Pero hasta ahora los hombres habían expresado escaso interés por ella, debido a su físico poco común. Y justo el día que un bushi le presta tención, ella se queda sola, y llega sofocada y nerviosa...
-Parecería la teoría más sencilla, sí -asintió el Kitsuki-. Y a menudo la explicación más simple es la correcta -la mirada del Dragón se recreó en aquel rostro juvenil e inteligente, embebido en sus pensamientos. Le agradaba su forma de discurrir, y el que sus ojos parecieran absorber la luz hasta convertirla en dos destellos negros.
-En todo caso, hasta que el Emperador elija esposa, ninguna Candidata está libre de su deber hacia él. Y Akodo-san, que por lo que he oído siempre ha sido contenido y austero, parece...
-¿Un dique roto en plena inundación? -finalizó él. Las mejillas de la muchacha volvieron a sonrosarse levemente.
-Querría saber si podéis ayudarme. El que esté encerrado para meditar juega en su favor, ya que es muy dudoso que el Emperador vaya a fijarse en Kitsune-san... pero hasta que no declare sus intereses, sería una traición por parte de ambos el intimar indebidamente. Bastaría con que hubiese una sospecha de que se interesa en exceso por la propiedad del Emperador... eso podría ocasionar una investigación, y no mancillaría su honor ya que se trataría sólo de un rumor que se investiga, sin hechos para apoyarlo. Pero serviría para mantenerle encerrado, y alejado de Kitsune-san. Ella es sólo una muchacha, y es impresionable como cualquier otra al hecho de causar tanta admiración... -dijo, como si ella misma no fuese apenas una niña. No lo parecía, sin embargo: inteligente, reposada, controlada sin resultar distante... podía ser inexperta, pero nadie dudaría que era toda una mujer.
-Hai, y Akodo-san es demasiado joven, y al parecer tenía una vena ardiente que él mismo ignoraba tener. He visto casos parecidos... es peor cuanto menos se muestra -pensó en Mirumoto Sai, que ocultaba su lujuria bajo aires de dignidad hasta extremos casi absurdos. Ella sonrió ligeramente.
-No sabría deciros, Kitsuki-sama. No tengo experiencia en terrenos románticos.
-Oh, yo soy viudo y he tenido numerosas amistades con embrollos en esos temas, pero os aseguro que siempre queda espacio para aprender. Por ejemplo -fijó sus ojos muy verdes en los de ella-, me encantaría descubrir si es cierto que los murciélagos se orientan bien en la oscuridad.
Esta vez los colores de ella fueron más que evidentes.
-¿Puedo contar con vuestra ayuda en este tema, entonces? -preguntó con voz ligeramente ronca la joven. Kenishiro se congratuló por ello: al parecer, a la muchacha no le resultaba totalmente repugnante si podía alterarla simplemente con aquellas palabras.
-Desde luego. Hablaré con Otomo Hoketuhime-sama. Estoy seguro de que querrá evitar futuros disturbios...
-Arigatô -Nanako se inclinó profundamente. Lamentablemente, su cabello suelto no mostró la nuca como lo habría hecho un recogido más formal.
***
Antes de que el sol saliera Sezaru ya estaba meditando. Por eso no le pilló por sorpresa que le requirieran temprano. Salió sin desayunar, dejando una nota para que se la remitieran a Usagi Makoto indicando que no podría acudir a su cita matutina, yendo para el lugar donde le dijeron que habían encontrado una extraña espiral en el suelo, medio borrada por la lluvia y de la que salían huellas de pisadas. Era intrigante cuanto menos, pero no parecía haber marcas de corrupción alguna o magia maligna. No obstante, aquel hallazgo le dejó pensativo y se quedó investigándolo, intentando descifrar lo poco que quedaba de cualquier hechizo que hubiese podido hacerse allí.
No lo hacía para rehuir a Makoto ahora que sabía que le iba a romper el corazón, por supuesto. Era sólo que tenía deberes que cumplir.
Notas: El modelo para Gica es Adam Lundberg, podéis ver otras fotos de él en el portafolio de Monica Schwartz "The Silent Samurai". Todos los derechos pertenecen a la fotógrafa y su modelo. http://www.mschwartzphoto.com/#/client/template.xml?aaa=portfolio/43941
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