A Chagatai nunca le
había gustado el Go, que le resultaba extraño y un tanto absurdo. A una persona
tan dinámica como él, el tener detenidas las fichas de forma inamovible le
resultaba ridículo, así que siempre había preferido el Shogi, con sus
influencias extranjeras. Se pavoneaba de ser un gran jugador y, sobre todo -y
medio en chanza-, de manejar como nadie los caballos.
Sentado ante Kaneka,
observaban los dos sus fichas con el ceño fruncido, meditabundos. En el campo de
batalla ficticio del tablero, movían sus figuras con aire absorto. De esta forma
liberaban su pensamiento de cualquier otra cosa que los turbara y, al menos en
el caso del Campeón, aclaraban la mente. Sin embargo, hoy uno de los
dos estaba algo distraído. El Shogun movió una ficha y se cruzó de brazos, rudo
y desafiante.
-Kaneka-chan, si vas
a jugar así llamaré a mi hijo de dos años para que te substituya -protestó
medio en broma el Khan, haciendo un contramovimiento y comiéndose la ficha en
cuestión-. ¿Se puede saber qué tienes en la cabeza? Porque no es la fina
estrategia del Shogi, me temo...
-Tengo muchas preocupaciones -admitió el Bastardo.
-¿Y no las compartes conmigo, amigo mío?
-¿Me hablas tú de los asuntos secretos de tu Clan?
Chagatai rió, una risa baja, bronca y poderosa.
-Ah, Kaneka-chan... como siempre lo dices todo sin decir nada. Dime al menos que no tiene que ver con nuestra amiga común, la pequeña Makoto.
-Uhmpf -el gesto del más alto de los dos hombres se volvió sombrío y, extrañamente, protector como una tigresa con sus cachorros.
-Kamis. ¿Sezaru-sama...?
-¿Ése loco soñador? -gruñó Kaneka, agarrando una copita de sake y vaciándola de un trago-. Iie, pensaba que ellos dos... Pero no, es ese niño caprichoso de Naseru, que ha decidido que ella era de su gusto.
-Eso parecía desde el principio -señaló el Khan, apaciguador-. Las muestras de favor, el apartarla de su hermano durante las cenas, la forma en que...
-Kamis, eso podría haber sido un capricho cualquiera, otro más de nuestro amadísimo Emperador, joya del Tengoku, etc. -bufó Kaneka-. No, lo que me llamó la atención fue que cuando estuvísteis los dos borrachos -miró con reproche al Unicornio, que alzó las manos a la defensiva-, Naseru se mostró... no sé cómo decirlo. Se preocupó por ella, más que por las apariencias. La sacó él mismo del agua, y la llevó en persona de vuelta a su cuarto. Eso era poco propio de él, la verdad. Y ahora, al parecer tuvieron una entrevista personal y se volvió más personal de la cuenta.
El Khan parpadeó, olvidado por completo el tablero y el juego que en él se desarrollaba.
-Pero Makoto-chan...
-Es una jovencita impresionable, y Naseru es apuesto -dijo a regañadientes el Shogun-. Hay pocas mujeres con sangre en las venas que pudieran resistirse al Emperador cuando éste se muestra seductor. Pero no es sólo eso. He visto esa forma de mirarse antes, esa forma de compenetrarse y de complementar los caracteres -miró significativamente al Khan, que alzó las cejas.
-Osea que tu hermano el hechizado ha perdido la partida ante el pequeño, de nuevo...
-No estoy muy seguro -Kaneka torció el gesto-. Creo que ella siente algo por los dos.
-Oh, Kamis. ¿Como Ide Kotetsu-chan...?
El Shogun suspiró.
-Sólo pido a los Kamis que no llegue tan lejos como tu protegida, Chagatai-san.
El Khan recordó la forma en que había tenido que impedir, físicamente, que la entonces joven Unicornio acabara con su vida honrosamente mediante seppuku, y se mordió el grueso y sensual labio inferior.
-Espero que no, aunque en el caso de Kotetsu-chan, una vez descubrió lo de Ryu-kun, fue fácil convencerla para que dejara de atentar contra ella misma por el bien de la vida que crecía en su interior, pero sin... -su voz se fue apagando a medida que veía la expresión cada vez más lúgubre de su interlocutor-. Por todos los caballos de la manada de Shinjo-sama. ¿Ella también? -se dio con la palma de la mano en la frente.
-Creo -respondio lentamente el Shogun- que se van a hacer aún más amigas, ahora que tienen todo eso en común. Y que los Kamis agarren confesados a aquellos que las disgusten a cualquiera de las dos... Ôte -anunció, colocando una ficha de forma que hacía jaque al rey de su contrincante.
Chagatai miró al tablero, sorprendido, y luego lanzó un ladrido seco de risa.
-¡Sabandija traicionera...! ¡Lo has hecho a posta para distraerme!
Kaneka sonrió y se sirvió más sake.
-Tengo muchas preocupaciones -admitió el Bastardo.
-¿Y no las compartes conmigo, amigo mío?
-¿Me hablas tú de los asuntos secretos de tu Clan?
Chagatai rió, una risa baja, bronca y poderosa.
-Ah, Kaneka-chan... como siempre lo dices todo sin decir nada. Dime al menos que no tiene que ver con nuestra amiga común, la pequeña Makoto.
-Uhmpf -el gesto del más alto de los dos hombres se volvió sombrío y, extrañamente, protector como una tigresa con sus cachorros.
-Kamis. ¿Sezaru-sama...?
-¿Ése loco soñador? -gruñó Kaneka, agarrando una copita de sake y vaciándola de un trago-. Iie, pensaba que ellos dos... Pero no, es ese niño caprichoso de Naseru, que ha decidido que ella era de su gusto.
-Eso parecía desde el principio -señaló el Khan, apaciguador-. Las muestras de favor, el apartarla de su hermano durante las cenas, la forma en que...
-Kamis, eso podría haber sido un capricho cualquiera, otro más de nuestro amadísimo Emperador, joya del Tengoku, etc. -bufó Kaneka-. No, lo que me llamó la atención fue que cuando estuvísteis los dos borrachos -miró con reproche al Unicornio, que alzó las manos a la defensiva-, Naseru se mostró... no sé cómo decirlo. Se preocupó por ella, más que por las apariencias. La sacó él mismo del agua, y la llevó en persona de vuelta a su cuarto. Eso era poco propio de él, la verdad. Y ahora, al parecer tuvieron una entrevista personal y se volvió más personal de la cuenta.
El Khan parpadeó, olvidado por completo el tablero y el juego que en él se desarrollaba.
-Pero Makoto-chan...
-Es una jovencita impresionable, y Naseru es apuesto -dijo a regañadientes el Shogun-. Hay pocas mujeres con sangre en las venas que pudieran resistirse al Emperador cuando éste se muestra seductor. Pero no es sólo eso. He visto esa forma de mirarse antes, esa forma de compenetrarse y de complementar los caracteres -miró significativamente al Khan, que alzó las cejas.
-Osea que tu hermano el hechizado ha perdido la partida ante el pequeño, de nuevo...
-No estoy muy seguro -Kaneka torció el gesto-. Creo que ella siente algo por los dos.
-Oh, Kamis. ¿Como Ide Kotetsu-chan...?
El Shogun suspiró.
-Sólo pido a los Kamis que no llegue tan lejos como tu protegida, Chagatai-san.
El Khan recordó la forma en que había tenido que impedir, físicamente, que la entonces joven Unicornio acabara con su vida honrosamente mediante seppuku, y se mordió el grueso y sensual labio inferior.
-Espero que no, aunque en el caso de Kotetsu-chan, una vez descubrió lo de Ryu-kun, fue fácil convencerla para que dejara de atentar contra ella misma por el bien de la vida que crecía en su interior, pero sin... -su voz se fue apagando a medida que veía la expresión cada vez más lúgubre de su interlocutor-. Por todos los caballos de la manada de Shinjo-sama. ¿Ella también? -se dio con la palma de la mano en la frente.
-Creo -respondio lentamente el Shogun- que se van a hacer aún más amigas, ahora que tienen todo eso en común. Y que los Kamis agarren confesados a aquellos que las disgusten a cualquiera de las dos... Ôte -anunció, colocando una ficha de forma que hacía jaque al rey de su contrincante.
Chagatai miró al tablero, sorprendido, y luego lanzó un ladrido seco de risa.
-¡Sabandija traicionera...! ¡Lo has hecho a posta para distraerme!
Kaneka sonrió y se sirvió más sake.
Nota: La imagen pertenece a su autor. No pretendemos vulnerar derechos. No puedo colgar el enlace a la página original porque no consigo acceder a ella...
Para más información sobre el Shogi podéis consultar la wikipedia:http://es.wikipedia.org/wiki/Sh%C5%8Dgi