—¿Un campeonato?
El Shogun resopló airadamente, haciendo dar un respingo a su secretario. El joven sabía sobradamente que su señor podía pasar de la más absoluta calma a un remolino de actividad si algo le alteraba lo suficiente.
—Un campeonato, si. El Campeonato de la Liebre de Jade, lo ha llamado. El muy... ha decidido que sería lo mejor que el séquito de la Emperatriz esté compuesto por jóvenes promesas de todos los clanes y habilidades. Y la Corte está en pie de guerra por ello.
—Pero, Kaneka-sama, ¿no sería eso bueno para sus jóvenes?
Kaneka dejó, o más bien arrojó, el pergamino que estaba leyenso sobre la mesa.
—Todos los clanes, Isaru-san. TODOS.
—¿Todos-todos?
—Absolutamente todos. Y la idea de que, por ejemplo, un Jabalí pueda aconsejar, y ya no digamos influenciar directamente, a la Emperatriz...
—Kamis...
—Efectivamente. En fin... preparate.
—¿Kaneka-sama?
—¿No creerás que no voy a enviar a uno de los míos, verdad? Haz las maletas.
Isaru se inclinó respetuosamente, pero no pudo evitar palidecer.
—Como el Shogun ordene.
Nota: Imagen.